
30 abr. 2011
“High potentials” y altos directivos: cómo se cae del caballo
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Siempre me ha interesado el fracaso de las personas que lo tienen todo: inteligencia, dedicación, simpatía, atractivo natural, espontaneidad, brillantez, comunicación, etc. Descartando casos de mala suerte objetiva y desgracias personales, ¿qué hace que una persona transforme todos sus diamantes y su oro en plomo y herrumbre? ¿A qué se debe la caída del caballo? El fracaso de la persona irresistible oculta siempre algo enigmático.
Al explorar las características de jóvenes profesionales y directivos calificados como “High Potentials” en un artículo anterior, no hicimos mención a cómo se sale del grupo de elegidos. Tampoco dijimos si era conveniente informar o no a los interesados.
Los elementos que hacen que un “High Potential” deje de serlo suelen ser:
- “Tenérselo creído”. Se puede ser simpático, inteligente, guapo y saber contar chistes muy bien, pero cuando uno se lo tiene creído genera un campo de fuerzas negativas y una distancia entre él y los demás.
- Prepotencia/arrogancia. Es un paso más allá del anterior: sentirse el “rey del mambo”. Consiste en sentirse superior a los demás, consciente o inconscientemente, no sólo en las capacidades en que se es excelente, sino en el resto de las demás, en las que se es normal.
- Ambición desmedida. Es pensar más en sí mismo y en los objetivos personales que en la contribución a la empresa. Esto conduce a servirse del puesto más que a servir al puesto.
- Exceso de autoconfianza. La persona tiende a asumir, también inconscientemente, que los éxitos en casos concretos son extensibles al resto de ámbitos y que se es infalible. El punto anterior y éste constituyen lo que hemos llamado “Síndrome de Macbeth”.
- Ignorar puntos débiles. Es conclusión de todo lo anterior. Los puntos débiles, que todos los tenemos, son fisuras por las que se destruye la roca más fuerte, cuando no se vigilan.
- Dormirse en los laureles. Autoexplicativo. A la decadencia por la complacencia. Satisfecho pero no motivado.
No es sorprendente descubrir que la caída del caballo en el “High Potential” tiene una casuística muy parecida a la del fracaso de un directivo, a nivel más sénior. Al final, los factores clave del éxito o fracaso de una persona, con independencia de la edad, residen en la estructura de la personalidad de cada uno y en el conjunto de intereses, valores y actitudes ante el trabajo, los demás y la vida. Modestia y humildad frente a arrogancia y prepotencia.
En una presentación reciente sobre el tema, me preguntaron si era o no conveniente comunicar a los interesados su pertenencia a tan exquisito club. Personalmente pienso que no se debería decir, pues los tipos de tratamiento diferencial con que son tratados hablan por sí solos como para sentirse miembro del grupo. Algo mucho más importante que se puede hacer en su favor es dejarles claro que, en cualquier momento, pueden caer del caballo si bajan la guardia, debido a los factores anteriormente descritos. Ante todo, esto servirá para evitar que se instalen en la zona de confort.
Recuerdo cuando, hace ya muchos años, en el “cole” entrenábamos los 800 metros lisos para los Juegos Nacionales Escolares. Había en las pistas dos chicos como un año mayores que nosotros a quienes llamaban “los preolímpicos” y que nos trataban a “los escolares” con cierto menosprecio. Ambos eran “High Potentials”, pero de los que se lo tenían creído.
En la gran final nacional, ambos preolímpicos fueron batidos por dos escolares. Uno de aquellos cayó de bruces, mordiendo el polvo en la meta, en su intento desesperado por alcanzar al escolar que le arrebató el puesto. Recuerdo que el ganador fue posteriormente campeón de España júnior. Ninguno de los preolímpicos llegó a destacar después. Ambos fueron “High Potentials” que terminaron por caer del caballo debido a varias de las causas descritas.