
12 oct. 2008
¿Cómo se puede convertir un momento de crisis en una oportunidad?
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Hace años, me decía Per Berndtson, el fundador de nuestro grupo, que las épocas de crisis sirven para distinguir entre buenos y malos directivos y buenos y malos servicios. En etapas difíciles hay que estar dispuesto a trabajar doble para ganar lo mismo: nunca menos y, si se da el caso, tampoco pasa nada.
Son demasiadas las voces de ultratumba y los cánticos fúnebres que surgen en las crisis. Se refuerzan y contagian, influyéndonos negativamente, pues en gran medida vivimos de nuestras percepciones y de lo que oímos. Es necesario dar un enfoque positivo. Como solía decir mi padre, de quien entre otras muchas cosas aprendí su optimismo: "La situación puede llegar a parecer desesperada, pero nunca es realmente seria."
Que no te puedan las cosas, y que no te hagan callo ni en el alma ni en el cuerpo, como decía León Felipe. Las crisis en el mundo de la economía y en la vida humana son auténticos crisoles donde se ponen a prueba nuestras fuerzas y capacidades más exquisitas.
En química, un crisol es un recipiente de porcelana resistente al fuego donde, a altas temperaturas, se funden y combinan entre sí metales u otros productos químicos para dar lugar a un nuevo compuesto. El crisol era el vaso donde los antiguos alquimistas trataban de obtener el oro a partir de otros metales. Las crisis funden y derriten a unos, pero también fortalecen y renuevan a otros, transformándoles en oro como sucede en los crisoles.
Estas fases de la vida constituyen una oportunidad donde brotan en alto relieve nuestros mejores recursos. No llegan a ser más que tempestades donde unos naufragan, a veces debido al miedo, bloqueados a pesar de saber nadar, y otros las superan, tensando y ajustando las velas del barco. Siguen el rumbo y navegan en los mismos mares donde otros desaparecen entre las olas.
La auténtica experiencia en la vida reside no en lo que nos sucede, sino en lo que nosotros hacemos con lo que nos sucede. Esto es lo que nos fortalece y nos hace crecer. Aunque el crisol nos llegue a producir alguna quemadura, nos ayuda a transformar en oro los metales de que estamos hechos.