
04 nov. 2013
Jubilación mental
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¿Te jubilas o te jubilan? ¿Te pueden jubilar a los cuarenta? ¿Una persona con treinta años puede ser mentalmente un jubilado? Con mi gran amigo y compañero de fatigas José Medina hablamos a menudo de este tema entre manteles en lo que denominamos reuniones en la cumbre del Ciriaco (¡algún día hablaremos largo y tendido de estas cumbres!). El caso es que el concepto de jubilación es algo más que llegar a una edad determinada.
La jubilación no se produce a los 65 años, en ocasiones acontece mucho antes y en ocasiones jamás llega. La jubilación no es más que el inicio de otro proyecto y por tanto si es posible hay que elegirlo, anticiparse y poner todo el empeño y motivación para el nuevo reto. Cuando nos cambiamos de trabajo nos jubilamos del anterior. Por tanto, estamos más que acostumbrados a lo largo de nuestra vida profesional al ocaso y al amanecer.
El momento crítico viene cuando alguien decide que nos jubilemos, y nos hemos dejado llevar hasta ese momento sin reparar en el siguiente proyecto. La siguiente fase de la vida no tiene por qué ser igual, ni necesariamente buscar una contraprestación económica a cambio, ni tampoco continuar con la misma senda del expertise que atesoramos.
Formas de afrontar la jubilación
En el momento en que nos jubilan, o nos dejamos jubilar, encontramos diferentes formas afrontar esta situación, según el perfil de la persona.
Perfil hobby. Piensan en dejar de trabajar para practicar todos los hobbies que antes no podían disfrutar por falta de tiempo. A veces el cuerpo no acompaña, y en otras ocasiones caen en la cuenta de que era más sueño que realidad, y que en realidad no les gusta tanto esa afición. Consejo: el hobby no es una meta ni un objetivo; si es auténtico, lo practicaremos siempre, aunque tengamos otras muchas prioridades.
Perfil emprendedor. Cansados de los jefes, y con gran empuje, inician una andadura en solitario aportando todo el conocimiento aprendido. Si es premeditado y planificado, es posible que funcione, pero si es una rabieta porque me han dado el finiquito o me han jubilado y voy a demostrar que yo lo valgo, la probabilidad de éxito baja considerablemente. Consejo: emprender no puede ser la solución a no tener un plan B. Tener una tarjeta de visita no soluciona el problema de fondo.
Perfil rockero. Los viejos rockeros nunca mueren. Trabajan hasta la extenuación. Ni los retiran ni se retiran. Encuentran huecos en la organización cuando ven que parte de un ciclo se termina. Se hacen fuertes en algo y así lo comunican a la organización que enseguida ve su alto valor. Además, cuando por edad legal llega el momento ya han dado todos los pasos para el siguiente proyecto bien dentro o fuera de la empresa. Si son jubilados por edad legal, ya llevan tiempo en paralelo trabajando en el siguiente proyecto y aprovechan la inyección de capital para dar mayor capacidad financiera a su proyecto personal. Consejo: si es dentro de la empresa, lo difícil es encontrar ese hueco, pero lo peor es pensar que no existe. Seguramente será necesario crearlo.
Perfil mochilero. Llevan tanta carga familiar y económica que no son capaces de reaccionar ni de tomar acciones frías, analizadas y consecuentes una vez son informados que se acabó el actual reto. Son personas muy comprometidas con su trabajo, que entregan el 100% por la compañía y cuando son informados del cambio de rumbo ni se habían planteado esa opción. Hace unos meses un director general me contaba que le habían echado y que se había dado cuenta que le había dedicado tantas horas al trabajo que se había olvidado de aspectos tan importantes como los amigos, el networking mas allá de la compañía, la familia y la salud. Ahora se encontraba tan presionado por mantener ese nivel de vida que estaba perdido. Se había dado seis meses para volver a reencontrarse y pensar en la siguiente etapa. Consejo: pensemos más en nosotros mismos, en nuestra vida y en nuestros problemas. Nunca dejemos que otros actúen por nosotros ni vivamos tranquilos porque todo vaya bien. La tranquilidad empresarial y el estatus es la antesala de la decadencia.
En definitiva a la difícil pregunta de ¿te jubilan o te jubilas?, la respuesta siempre está en nosotros y nunca en la empresa o el jefe que decide jubilarte a la edad que toque. Todos estamos de paso, ninguno somos imprescindibles y todo en la vida son proyectos efímeros. Es por tanto clave saber cuándo está llegando ese fin, prepararse para la salida y comenzar a fraguar el siguiente reto con la misma ilusión y compromiso. Todos hemos sido, somos o seremos jubilados, adelantémonos o al menos tengamos el plan preparado para ese momento.