
23 nov. 2008
La edad no es predictor
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En el declive de este 2008, un año en el que muchos directivos con talento y por encima de los cincuenta están viendo truncada su carrera y se hallan en desempleo, les animamos a adoptar una actitud proactiva y a luchar. Están igual o mejor equipados y cualificados que otros candidatos más jóvenes que cuentan con menos experiencia y cualificación global. Al final, está la persona y la actitud, y en estos aspectos se hallan las teclas del éxito o fracaso en el desempeño eficaz de un puesto.
Recientemente hemos llevado a cabo la búsqueda de un Director Económico-Financiero y “Controller” para una empresa del sector de Ciencias de la Salud. Entre las especificaciones del candidato ideal figuraba, a título indicativo, “Edad, idealmente alrededor de 40”.
Paralelamente al proceso de identificación y búsqueda de candidatos y estando éste ya bastante avanzado, nos llegó la llamada y el historial de una persona que tenía 54 años. Se trataba de un profesional que había ejercido un puesto homólogo en una empresa que había sido comprada por otro grupo donde él no tenía cabida y del que había sido “invitado” a salir. Estaba en el mercado buscando trabajo.
No quisimos descartar tener una entrevista con él para conocerle. Así ocurrió y, a lo largo de la misma, pudimos comprobar que la experiencia de la persona era excelente, justo lo que se buscaba en cuanto a trayectoria y competencias técnicas y directivas. Pero lo que, sobre todo, nos llamó la atención y hasta nos impresionó fue la transparencia, sinceridad y realismo con los que el profesional exponía su situación (problemática, como la de otros tantos directivos que después de los 50 buscan trabajo).
Siendo consciente de las dificultades para acceder a un puesto de trabajo y al tiempo de mostrar su gran interés por el proyecto en cuestión, dejaba ver muy claro, sin sumisiones ni “mendicidad”, su competencia y capacitación para la posición objeto de la búsqueda.
Tanto fue así que no descartamos presentarlo, aun no cumpliendo en rigor todas las especificaciones del puesto, como sí ocurría con otros candidatos que ya habían sido presentados. Todo fue en el último momento, al punto que su entrevista inicial con el cliente tuvo lugar el mismo día que la segunda entrevista con dos candidatos preseleccionados después de una primera ronda de cuatro. Finalmente, fue el candidato ganador contra todo pronóstico inicial, formalmente hablando.
Esta historia no pretende argumentar nada. En todo caso, que la edad no es un predictor. Cada día personas con diferentes edades “o nacen un poco o mueren un poco”, como decía Bob Dylan. Se puede estar muy vivo bastante después de los 50 o estancado en edades mozas.
Warren Bennis nos decía que, a sus 80 años, y a lo largo de la vida, a los 20, 40 y 60 también, vamos descubriendo que las tareas del espíritu son más reales que las del cuerpo.
Harold Bridger, del Tavistock de Londres, entregó el alma a los 95 años, en pleno trabajo de consultor: viejo rockero. Volvemos a Bob Dylan.
Personalmente, pienso que el retiro voluntario de lo que queremos hacer es una derrota ante la vida.
En honor a este candidato y como estímulo a muchos otros nos viene al recuerdo la actitud, talante y valentía de Ulises en La Odisea al dirigirse a sus camaradas en una tempestad durante el camino a Ítaca: “Rema fuerte, valiente compañero. El viento que azota nuestros rostros es el mismo que impulsa nuestras naves hacia Ítaca la grande. La lluvia que hiere tu mejilla, cual dardos afilados, es la misma que refresca nuestros cuerpos en las cálidas playas donde descansamos. Rema fuerte, saldremos del escollo. Si el músculo no es aquel de nuestros años jóvenes, serán nuestros heroicos corazones quienes nos lleven hasta Ítaca la grande.”
La meta es el camino, y el aprendizaje, camino y meta. Cuando creemos en esto es cuando llegamos realmente a Ítaca.