Dilema del prisionero en el directivo

06 nov. 2010

Dilema del prisionero en el directivo

El eterno problema para mejorar el funcionamiento y los resultados del equipo directivo es la cooperación y el desarrollo de sinergias entre áreas que lideran algunos miembros del equipo. Muchos de ellos muestran lo que denomino síndrome del dilema del prisionero.

Este dilema es clásico es Teoría de Juegos: Dos reos, A y B, han de confesar o no su culpabilidad ante el juez. Si ambos confiesan, habrá una pena moderada para cada uno. Si ninguno confiesa, habrá una pena mayor. Su uno confiesa y el otro no, habrá pena todavía mayor para el uno y libertad para el otro.

En esta situación la decisión de uno está condicionada por la del otro. La mejor solución conjunta para ambos, si hay confianza, sería confesar. Pero con peligro de ser bobo inocente si el otro es traidor.

Para no depender del otro, tanto A como B optan por no confesar, con peor resultado global que si cooperaran, confesando ambos. La lógica individual lleva a un resultado más seguro, pero peor que el conjunto. En muchos equipos brota el dilema del prisionero.

Algunos miembros actúan centrados sólo en su área e ignoran efectos colaterales en las otras. Tanto más si hay expectativas o ambiciones de carrera. Predominan intereses departamentales, individuales, agendas encubiertas y competencia oculta entre quienes deberían cooperar. Buscando reconocimiento y tratando de apuntarse tantos perjudican al equipo y a la empresa.

El dilema del prisionero es sencillo de identificar y laborioso de tratar. Los prisioneros de su dilema terminan siendo sustituidos, o aprenden y abandonan su estrategia gana-pierde, iniciando una gana-gana.

El directivo sin dilema del prisionero desarrolla su área y coopera con las demás, contribuyendo a su desarrollo y al de la empresa. Es un ejemplo que se debe seguir.