El conductor y el copiloto

31 may. 2010

El conductor y el copiloto

Tuve recientemente una experiencia muy gratificante ayudando a un cliente en su carrera profesional. Excelente directivo, con buena trayectoria y futuro en su empresa, tenía además gran interés en el mundo docente. Pero el trabajo absorbente, el día a día y sus deberes familiares le impedían encontrar hueco para avanzar en su tesis doctoral, atascada desde hacía tiempo.

Cuando la persona no tiene claro lo que quiere hacer en su carrera, hay que empezar desde dentro, partiendo de sus capacidades, motivos, intereses y experiencias pasadas positivas, y a partir de aquí, ir construyendo. Pero si tiene claro lo que quiere y hay obstáculos que se lo impiden, como era el caso, tenemos que empezar desde fuera.

Así pues, le invitamos a que 1) "se visualizara" a un año, con su tesis ya hecha; 2) identificara los obstáculos que le dificultaban hacerla; 3) explorara fuerzas y ayudas propias y ajenas que le impulsaran a lograr su objetivo; e 4) hiciera su "Hoja de Ruta" y deberes para andar el camino.

Tras dos o tres semanas, el cliente nos manifestó una sorprendente alegría por el progreso logrado en su tesis. Algunos escollos del camino incluso se habían transformado en fuerzas impulsoras. Levantándose un poco atrás y estando más atento al tiempo, había conseguido integrar objetivos familiares con su trabajo y con la tesis. Fue clave la cooperación de su mujer, que se mostró solidaria con el proyecto. Hoy avanza firme hacia la lectura de su tesis.

La consultoría de carrera nos ofrece un inmenso campo donde podemos ayudar a las personas a tomar responsabilidad, compromiso e iniciativa para conducir y ser protagonistas de su propia carrera y vida.

Nuestro enfoque se fundamenta en la obra de Carl Rogers "El proceso de convertirse en persona" y se basa en la libertad del ser humano para decidir sobre su vida y futuro. El individuo genera y toma sus propias decisiones procesando su información interna, y estas decisiones son más valiosas para él que el consejo ofrecido por otros.

Como expertos en carreras directivas, somos el copiloto del coche, aportando información sobre curvas, cuestas y llanos de la carretera, y hasta formas de conducir, pero sin usurpar el puesto del conductor, que es la propia persona.

Muchos directivos buscan ante todo el consejo del experto para reorientar su carrera. Pero un enfoque sólo centrado en el consejo puede ser improductivo, porque a) invita a que el cliente sea excesivamente dependiente de las "visiones" y opiniones del consultor, y b) el consultor no necesariamente sabe qué es lo mejor para el cliente.

La tentación del consultor es ser más directivo, porque él tiene especial experiencia y conocimiento. Pero son otras las habilidades a usar para ayudar al cliente a tomar sus propias decisiones. El consultor no es un experto como un médico que conoce mejor que nosotros nuestro cuerpo, o como un carpintero que sabe cómo trabajar adecuadamente madera y clavos.

Realmente, es el cliente quien conoce sus propias capacidades, necesidades, motivos, intereses y valores. Estos son los materiales con los que el consultor trabaja para ayudar al cliente a organizar, tomar decisiones y actuar sobre lo que éste conoce de sí mismo.

El error más frecuente de un consultor es absorber parte del trabajo que corresponde al cliente. Le impide así adueñarse del proyecto y de la eficaz puesta en marcha del mismo. Esto ocurre especialmente en la consultoría de carrera.

Resumiendo, si alguien nos dice que lo que realmente le gustaría es ser trapecista o payaso en un circo, no debemos contestarle: "Sé razonable", sino preguntarle: "¿Cómo lo vas a lograr?" e invitarle a que él mismo haga su prueba de realidad y obtenga sus conclusiones.

Decía Protágoras que "el hombre es la medida de todas las cosas". Aún más en lo que atañe a su carrera, vida y felicidad.